Carta Abierta de Zoe Valdes a Miguel Ángel Moratinos
Jueves, 14 de Enero de 2010 20:23 Zoé Valdés - Francia -
Es ahora, cuando los dictadores Castro --quienes rigen el destino de Cuba, mi país, desde hace 51 años--, decidieron negarle la entrada a aquella Isla a un eurodiputado del PSOE, que usted se siente incómodo con la política castrista y hasta declara que: ''Cuba se ha equivocado...'' Pues mire, yo creo que el que ha estado equivocado desde el inicio es usted. En primer lugar no ha sido Cuba quien le ha negado la entrada al eurodiputado socialista, señor Luis Yáñez --creo que es la segunda vez que esto ocurre--, ha sido el régimen castrista quien no le ha permitido entrar. Por otro lado, resulta como mínimo sorprendente que usted, como ministro de Exteriores, no se haya enterado jamás que para entrar en Cuba hay que pasar por el tamiz de prohibiciones impuesto por los Castro desde hace más de medio siglo, y que viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cada uno de sus puntos.
Resulta inquietante que usted proteste en el momento en que le perjudican las vacaciones a un socialista de los suyos, pero que le importe un comino los millones de ciudadanos cubanos que nos encontramos en el exilio por culpa de esa dictadura, y que debemos pedir autorización, siempre que necesitemos entrar en nuestro país. De este modo, estamos obligados a cerrar nuestras bocas, a ''portarnos bien'', incluso fuera de la isla, a pagar un peaje mensual en las embajadas de Cuba en los países en los que nos hemos exiliado (nunca lo hice ni lo haré), con tal de que nos aprueben la entrada a nuestro suelo natal.
Los que no obedecemos, los que nos hemos rebelado contra esa dictadura y hemos declarado contra ella, hemos sido incluidos en una lista negra surgida en los predios del Minrex castrista. A los miembros de esa lista negra no los dejan entrar en Cuba desde hace 5 décadas. Escritores y artistas de renombre han estado vetados de viajar a Cuba durante más de medio siglo. Muchos de nosotros hemos perdido a nuestros padres, a nuestros familiares, y ni siquiera hemos podido asistir a las ceremonias de despedida, de duelo y entierro; pero usted parece que ignoraba todo eso, o se hacía. Porque es solamente ahora, que le han impedido las vacaciones de un eurodiputado de los suyos, que usted salta y hace declaraciones un tanto molesto.
Sin embargo, hace sólo unas semanas que usted abogaba por que la Unión Europea regularizara las relaciones con el castrismo, normalizándolas, como si aquel fuera un gobierno demócrata y normal. No lo es, y usted y los suyos lo saben de sobra. Como lo sabe el eurodiputado de las vacaciones, que no debe ignorar que, por ejemplo, mi hija, nacida en Cuba, jamás ha podido pasar unas vacaciones con su abuela paterna en su país.
Le diré la verdad de lo que pienso: No sólo dudo de que usted desconociera todo eso, ustedes se han aprovechado de esa situación provocada por el régimen, como tampoco ignora usted las condiciones de los presos políticos dentro de Cuba, los ataques a sus familiares, a las Damas de Blanco, las humillaciones cotidianas a las que se hallan expuestos. Usted no ignora, supongo, que aún queda un grupo importante de periodistas en las cárceles castristas, así como poetas, y el doctor Oscar Elías Biscet, médico, negro, desde la primavera negra del 2003.
Por lo mismo que exige Oscar Elías Biscet a la dictadura castrista, Barack Obama salió electo presidente en Estados Unidos. En Cuba, el Yes, we can es considerado una frase contrarrevolucionaria, mientras que en Estados Unidos es la frase revolucionaria por excelencia. Así como el poema Tengo de Nicolás Guillén, el poeta mestizo más usado por el castrismo para dar una imagen antirracista --cuando ellos, los castristas, han sido los racistas por excelencia, eliminando a los negros de los círculos del poder. En la actualidad, el verso Tengo lo que tenía que tener (le ruego busque el poema y lo lea de punta a cabo), es considerado, por su mensaje, un poema disidente.
Ustedes también se han aprovechado de que los movimientos sindicales cubanos no puedan emitir su descontento mediante huelgas, y que hayan vuelto, con los empresarios españoles a la cabeza, a las antiguas condiciones de esclavitud que se vivía en la isla cuando Cuba era una colonia de España.
Señor Moratinos, usted, como ministro de Exteriores de un gobierno elegido democráticamente, se encuentra en la obligación de defender la democracia en el mundo, para eso fue elegido. Flaco favor le hace usted a la libertad cuando se pone del lado de la dictadura castrista --una de las más ancianas y achacosas del mundo; sólo hay dos, ya la cubana franqueó a la coreana--, lo que no me negará que ha hecho usted consuetudinariamente.
Soy ciudadana española, y ciudadana francesa, no he perdido la ciudadanía cubana, y mi amor por Cuba sigue intacto, desprecio profundamente a los que se empeñan en destrozar mi país, en acabar con la vida y la ilusión de libertad de los cubanos. Del mismo modo desprecio a los que apoyan esa dictadura. Es la razón por la que cada vez me siento más cerca de los demócratas franceses que de los que dicen representar hoy en día la democracia en España.
Que usted haya protestado --sólo ahora, lo subrayo--, cuando le han pisado el callo a un eurodiputado de los suyos, y se haya comportado de manera sumisa antes, me provoca un profundo asco. No deseaba que pasara un minuto más sin que usted se enterara de lo que pienso de usted y de su partido en el poder. Intercambiar presos por votos, como las migajas que les ha tirado la dictadura castrista, ha sido uno de los actos más abominables del gobierno del señor Zapatero, y usted ha sido un abyecto mensajero en esos menesteres.
Hace rato van ustedes por mal camino, cada día machacan más las ideas socialistas, tal como hicieron en Francia los últimos voceros del socialismo, y peor aún: cada día pisotean los sueños de libertad y de prosperidad. Leyendo en la prensa sus declaraciones acerca de Cuba, me doy cuenta de que vuestro cinismo no es comparable con nada. Qué vergüenza que los españoles tengan que soportar semejantes berracadas de parte de un ministro que los representa en el mundo.
Sin ninguna consideración,
Zoé Valdés
Jueves, 14 de Enero de 2010 20:23 Zoé Valdés - Francia -
Es ahora, cuando los dictadores Castro --quienes rigen el destino de Cuba, mi país, desde hace 51 años--, decidieron negarle la entrada a aquella Isla a un eurodiputado del PSOE, que usted se siente incómodo con la política castrista y hasta declara que: ''Cuba se ha equivocado...'' Pues mire, yo creo que el que ha estado equivocado desde el inicio es usted. En primer lugar no ha sido Cuba quien le ha negado la entrada al eurodiputado socialista, señor Luis Yáñez --creo que es la segunda vez que esto ocurre--, ha sido el régimen castrista quien no le ha permitido entrar. Por otro lado, resulta como mínimo sorprendente que usted, como ministro de Exteriores, no se haya enterado jamás que para entrar en Cuba hay que pasar por el tamiz de prohibiciones impuesto por los Castro desde hace más de medio siglo, y que viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cada uno de sus puntos.
Resulta inquietante que usted proteste en el momento en que le perjudican las vacaciones a un socialista de los suyos, pero que le importe un comino los millones de ciudadanos cubanos que nos encontramos en el exilio por culpa de esa dictadura, y que debemos pedir autorización, siempre que necesitemos entrar en nuestro país. De este modo, estamos obligados a cerrar nuestras bocas, a ''portarnos bien'', incluso fuera de la isla, a pagar un peaje mensual en las embajadas de Cuba en los países en los que nos hemos exiliado (nunca lo hice ni lo haré), con tal de que nos aprueben la entrada a nuestro suelo natal.
Los que no obedecemos, los que nos hemos rebelado contra esa dictadura y hemos declarado contra ella, hemos sido incluidos en una lista negra surgida en los predios del Minrex castrista. A los miembros de esa lista negra no los dejan entrar en Cuba desde hace 5 décadas. Escritores y artistas de renombre han estado vetados de viajar a Cuba durante más de medio siglo. Muchos de nosotros hemos perdido a nuestros padres, a nuestros familiares, y ni siquiera hemos podido asistir a las ceremonias de despedida, de duelo y entierro; pero usted parece que ignoraba todo eso, o se hacía. Porque es solamente ahora, que le han impedido las vacaciones de un eurodiputado de los suyos, que usted salta y hace declaraciones un tanto molesto.
Sin embargo, hace sólo unas semanas que usted abogaba por que la Unión Europea regularizara las relaciones con el castrismo, normalizándolas, como si aquel fuera un gobierno demócrata y normal. No lo es, y usted y los suyos lo saben de sobra. Como lo sabe el eurodiputado de las vacaciones, que no debe ignorar que, por ejemplo, mi hija, nacida en Cuba, jamás ha podido pasar unas vacaciones con su abuela paterna en su país.
Le diré la verdad de lo que pienso: No sólo dudo de que usted desconociera todo eso, ustedes se han aprovechado de esa situación provocada por el régimen, como tampoco ignora usted las condiciones de los presos políticos dentro de Cuba, los ataques a sus familiares, a las Damas de Blanco, las humillaciones cotidianas a las que se hallan expuestos. Usted no ignora, supongo, que aún queda un grupo importante de periodistas en las cárceles castristas, así como poetas, y el doctor Oscar Elías Biscet, médico, negro, desde la primavera negra del 2003.
Por lo mismo que exige Oscar Elías Biscet a la dictadura castrista, Barack Obama salió electo presidente en Estados Unidos. En Cuba, el Yes, we can es considerado una frase contrarrevolucionaria, mientras que en Estados Unidos es la frase revolucionaria por excelencia. Así como el poema Tengo de Nicolás Guillén, el poeta mestizo más usado por el castrismo para dar una imagen antirracista --cuando ellos, los castristas, han sido los racistas por excelencia, eliminando a los negros de los círculos del poder. En la actualidad, el verso Tengo lo que tenía que tener (le ruego busque el poema y lo lea de punta a cabo), es considerado, por su mensaje, un poema disidente.
Ustedes también se han aprovechado de que los movimientos sindicales cubanos no puedan emitir su descontento mediante huelgas, y que hayan vuelto, con los empresarios españoles a la cabeza, a las antiguas condiciones de esclavitud que se vivía en la isla cuando Cuba era una colonia de España.
Señor Moratinos, usted, como ministro de Exteriores de un gobierno elegido democráticamente, se encuentra en la obligación de defender la democracia en el mundo, para eso fue elegido. Flaco favor le hace usted a la libertad cuando se pone del lado de la dictadura castrista --una de las más ancianas y achacosas del mundo; sólo hay dos, ya la cubana franqueó a la coreana--, lo que no me negará que ha hecho usted consuetudinariamente.
Soy ciudadana española, y ciudadana francesa, no he perdido la ciudadanía cubana, y mi amor por Cuba sigue intacto, desprecio profundamente a los que se empeñan en destrozar mi país, en acabar con la vida y la ilusión de libertad de los cubanos. Del mismo modo desprecio a los que apoyan esa dictadura. Es la razón por la que cada vez me siento más cerca de los demócratas franceses que de los que dicen representar hoy en día la democracia en España.
Que usted haya protestado --sólo ahora, lo subrayo--, cuando le han pisado el callo a un eurodiputado de los suyos, y se haya comportado de manera sumisa antes, me provoca un profundo asco. No deseaba que pasara un minuto más sin que usted se enterara de lo que pienso de usted y de su partido en el poder. Intercambiar presos por votos, como las migajas que les ha tirado la dictadura castrista, ha sido uno de los actos más abominables del gobierno del señor Zapatero, y usted ha sido un abyecto mensajero en esos menesteres.
Hace rato van ustedes por mal camino, cada día machacan más las ideas socialistas, tal como hicieron en Francia los últimos voceros del socialismo, y peor aún: cada día pisotean los sueños de libertad y de prosperidad. Leyendo en la prensa sus declaraciones acerca de Cuba, me doy cuenta de que vuestro cinismo no es comparable con nada. Qué vergüenza que los españoles tengan que soportar semejantes berracadas de parte de un ministro que los representa en el mundo.
Sin ninguna consideración,
Zoé Valdés