En un carnaval de hipocresía
indolente y corrompida
danza la humanidad
abrazada con la muerte
y pierde en su jugada
con la suerte
las últimas reservas de la vida.
Flagelada por los vicios
aberrada se divierte
en una gigantesca tormenta
de loca lujuria sin bonanza
cada vez es más distante
el horizonte
donde naufraga ignorada
la esperanza.
Presta atención señor
¡tu poderoso!
que tienes en las manos
los hilos del destino
si aun vale la pena
y no te ofendas
concédele a este mundo
otro camino.
W.Randal