Queriendo agradar a Dios
entre a una iglesia a rezar
y ante mi propia sorpresa
me dio por analizar
cuanto oro y cuanta riqueza
encerraba aquel lugar.
Trabajos en oro y nácar
adornan el gran altar
el altar ante el que yo
me he arrodillado a implorar
a implorar por tantos niños
que nadie quiere ayudar.
Mueren por tanta miseria
sumidos en la pobreza
sin techo sin alimento
y yo pienso que al Señor
si está viendo ese dolor
no quiera estos monumentos
Es digno de analizar
el porque hay tanta riqueza
pulida con el sudor
de los pobres de la tierra
usando el nombre de Dios.
Entra un mendigo a la iglesia
con su miseria notoria
y un céntimo en el bolsillo
le ofrecen perdón y gloria
pero el céntimo se queda
en manos del monaguillo.
Le ofrecen perdón porque,
es poco lo que ha traído
y en el nombre del Señor
se le dice ve hijo mío
pero es mejor que no vuelvas
con el bolsillo vació
Se le ha prometido gloria
y se le dará aquel día
que entre en el templo corriendo
con bulla y algarabía
y diga al cura riendo
¡padre!
me gane la lotería.
Ahora miren a otro lado
y verán que es parecido
el caso de la pobreza
que mantiene su existencia
porque al mundo lo gobiernan
mil demonios corrompidos.
Demonios que están vestidos
con trajes con uniformes
con sotanas con turbantes
con grados de generales
caciques de buen plumaje
y otros como comandantes.
Pero por más que prometen
jamás han parado el hambre
y donde brilla el dinero
allá van como un enjambre
y casi siempre se posan
en los hombros del obrero.
Ahora se ha puesto de moda
que los buitres se reúnan
haciéndose la costumbre
que año tras año se unan
para hacer el mismo cuento
que hacen en todas las cumbres.
Pensando bien me parece
una grotesca ironía
que se les pida a los pobres
luchar por la economía
es como pedirle al hambre
que renuncie a la comida
En esa lucha implacable
que existe entre el bien y el mal
ninguno logra triunfar
y a los que están en el medio
no les queda otro consuelo
que callarse y aguantar.
AMEN
W.Randal