Las hordas de turistas que visitan la pintoresca aldea en la que las 'mujeres jirafas' conviven con cerca de otras 200 personas de su tribu, son informados de que tienen libertad, de que las autoridades cuidan de ellas y de que ingresan algún dinero con la venta de recuerdos y de las prendas que tejen.
Pero la verdad en torno a la situación de estas mujeres es que viven atrapadas entre dos frentes: el de los soldados birmanos que las persiguen por pertenecer a una tribu insurgente y el de los turistas que las acosan con sus cámaras fotográficas.
'Me gustaría poder salir de aquí, tener la libertad de ir a otro sitio, pero lo tenemos prohibido por los jefes kareni y también los tailandeses', indicó Ma Phao, de 14 años, y quien desde que nació no ha visto mas lugares que su aldea y el campo de refugiados situado a unos 10 kilómetros del centro turístico y en el que habitan cerca de 8.000 personas.
El virtual 'arresto en aldea' bajo el que viven es ahora todavía más estricto que hace unos diez años, cuando en caso de enfermedad recibían una autorización para ir al hospital de Mae Hong Son, el pueblo tailandés más cercano.
'Al hospital ya no nos dejan ir', comentó Ma Nang, una del grupo de 'mujeres jirafa' que en 1985 fue apresada en su aldea de Demawso, en el interior de Birmania, por los guerrilleros de su propia tribu y obligada a vivir en esta aldea del lado tailandés creada de cara al turismo.
La guerrilla kareni combate desde hace casi tres décadas con las tropas gubernamentales para lograr la independencia del territorio en el que habitan unos 350.000 miembros de esta tribu, al noreste de Birmania y colindante con Tailandia.
Sentadas ante sus chozas de madera o bambú y vestidas con sus típicas blusas blancas de algodón y unos amplios bombachos negros, las 'mujeres jirafa' exponen desde primeras horas del día sus largos cuellos cubiertos de anillos, ajenas a los grupos de turistas.
'A veces cuando un turista me hace fotos, tengo la sensación de ser como un animal raro', apuntó Ma Noi, al final de otra tediosa jornada exhibiendo su garganta, alargada intencionadamente con la colocación de 19 aros de cobre en torno a este.
El recorrido por la aldea no es gratis, cada turista debe abonar en taquilla 250 bat (unos seis dólares) por la entrada, que dice 'Departamento de Cultura Kareni' y que da derecho a fotografiar a las 'mujeres y niñas jirafa'.
'Hola, cómo estás', saluda Ma Phao en un correcto castellano tras el paso por la aldea de 149 españoles durante los primeros cinco días de agosto, según consta en el registro de entradas que efectúan los soldados tailandeses que custodian el lugar.
Más de 15.000 turistas extranjeros y tailandeses visitan cada año las tres aldeas de 'mujeres jirafa' montadas a poca distancia una de la otra y que compiten entre si como atracción estelar, lo que significa que cada año aumentan la cifra de féminas con aros en torno al cuello.
'Nosotros no queremos tener relación con todos los negocios que giran en torno a las mujeres jirafa, pero la situación lo exige. Nos hace falta el dinero', indicó Sun Myunt, portavoz del Partido Progresista Nacional Kareni, de hecho el gobierno de esta tribu birmana.